viernes, 20 de septiembre de 2013

Otoño

"Acaba otro día como otro. Conduces entre la marea, divagando con la radio encendida. La escuchas a ratos cuando sale algo interesante o pegadizo. Al principio miras al frente, el resto del tiempo te entretienes con los coches, después se vuelve aburrido. Mucho tráfico. Te fijas sin querer en los conductores que te rodean. Gafas de sol, pulseras y pelo recogido ellas, gafas de sol y brazo apoyado en la ventanilla ellos. Cambian los colores de la ropa, cortada con el mismo patrón en casi la misma talla. Te miras y de repente sientes que algo no va, que no encajas. No respondes al  patrón, ni siquiera a los gustos. Te sientes como una hoja que ha nacido en un árbol equivocado que lleva toda la vida pensando que pertenece a ese lugar. Todos tan iguales y tú tan diferente. 

Los coches siguen pasando, hormigas que van juntas en una misma dirección. Hasta los colores, las formas, las marcas son prácticamente los mismos. La hoja se agita, se siente incómoda, quiere salir de ese mundo que no le pertenece, quiere volar, encontrar su sitio. Aminoras la marcha y te desvías a una carretera secundaria. El tráfico va disminuyendo conforme avanzas, el viento empieza a soplar fuerte en una misma dirección. Sin saber como, la hoja se encuentra flotando en el aire mecida por el viento. No sabe donde la llevará pero tampoco le importa. Frenas para tomar un nuevo desvío pero al poco te das cuenta de que no era ese el que tenías que coger. Buscas un lugar para dar la vuelta y sales a la carretera principal otra vez. Buscas otra salida y te desvías. Es prácticamente igual al anterior, mismas casas, misma gente. Te equivocas por segunda vez. El viento disminuye y la hoja empieza a caer. Quizá no se había planteado esa posibilidad y empieza a tener miedo. Miedo a lo desconocido, miedo a volver a no encajar. Lucha con todas sus fuerzas por no perder el vuelo, por mantenerse en el aire, pero es imposible. Todo lo que sube tiene que caer. 

Otra vez en la carretera principal. Debes admitir que te has perdido, que ya no sabes ni donde estás ni hacia donde vas. El miedo se asoma a tus ojos, oteando el camino y bloqueando tu mente. La desesperación acelera tu corazón y la soledad pega tu pie al acelerador. Mal tiempo, velocidad y miedo se combinan con una curva con poca visibilidad. El camino y el coche no siguen la misma trayectoria. El camino sigue, el coche cae por un terraplén hasta chocar frontalmente con una roca. La hoja inevitablemente acaba cayendo sin un viento que la lleve. Acaba en el suelo de otro bosque, sin rastro del árbol de donde salió. Se acurruca contra otras hojas que se acumulan en el suelo, allí no se siente diferente al resto. Quizá esta vez, haya encontrado su sitio."
 

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