lunes, 7 de enero de 2013

De CuentaCuentos: “Corriendo detrás de la verdad, entendí la teoría de Einstein”

Corriendo detrás de la verdad, entendí la teoría de Einstein, la relatividad. Déjame contarte esta historia desde el principio, cuando todavía creía en tus sonrisas, en tus caricias y en tus te quieros. Cuando vivía por y para ti. Cuando despertaba por la mañana con una sonrisa en los labios porque estabas a mi  lado, todavía dormida y te acariciaba el pelo suavemente por miedo a que te despertaras. Eran días felices, como nunca los he tenido. Tenía trabajo, tenía amigos y te tenía a ti. ¿Qué más podía pedir? Que no me mintieras, que fueras sincera, ahora lo se, pero antes no, no lo sabía.

No me diste tiempo para dudar, una noche volviste a casa del trabajo, yo hacía poco que había vuelto también, te esperaba con la cena lista y una sonrisa, solo para ti. Llegaste sin hambre, como siempre últimamente y te encerraste en la habitación. Tampoco hubo tiempo para preguntas porque yo ni siquiera sabía que se debían formular. Un día duro, pensé, trabaja demasiado, convencido de que así era, a día de hoy prefiero no pensar. Saliste cuando terminaba de fregar los platos. Todo sucedió tan rápido que apenas tuve fuerzas para sostenerme en pie. Llorabas, llorabas tanto que se me hacía difícil comprender que pasaba. Apenas conseguía entender alguna palabra suelta que salía de tu boca pero cada una que lograba descifrar se clavaba en mi alma como un puñal. Mal, final, nunca, adiós. No supe que decir porque no sabía que estaba pasando, tú me mirabas sin verme, yo te escuchaba sin poder creerte. Intenté acercarme a ti pero no me dejaste, llorabas y yo intentaba calmarte, o eso creía, porque no dejabas de llorar. Esto no nos esta llevando a ninguna parte, es tarde y lo mejor es irse a dormir. Caíste en un sueño profundo tras haberte desahogado mientras yo no conseguí pegar ojo en toda la noche, relativo, que relativo es dormir, para ti era sueño y para mi era realidad, una realidad que me apretaba el pecho y no me dejaba respirar.

La mañana no trajo más que silencio. Yo invadía el espacio con preguntas y solo me contestaba el silencio. Cuando lo viste oportuno abriste la boca, tus palabras contaban algo sobre amor e ilusiones perdidas, iluso de mi que siempre pensé que una cosa iba pegada a la otra y no se podían separar, supongo que eso también es cosa de la relatividad. Tu voz sonaba tranquila, pausada pero decidida, no había marcha atrás, lo supe en cuanto vi que en tus ojos solo había comprensión ante mis súplicas. Gracias por no dejar que me siguiese humillando ante ti, gracias por coger tus cosas y marcharte cuando viste que me estaba volviendo loco. Cada palabra tuya me había hecho una herida en el corazón que con cada latido se abría y sangraba, sangraba por dentro y moría por fuera. Nuestra historia no podía acabar con un portazo, no debía acabar así, en mi mente no había acabado así, en mi mente nunca había acabado.

Tardé un tiempo en intentar entender que había pasado, estaba desorientado, perdido, muerto. Cuando conseguí reunir suficiente fuerza cogí el teléfono y llamé. Un tono, dos, tres, cuatro, nada. Esperé y volví a marcar. Un tono, dos, tres, cuatro, nada. Tenía que haber perdido la esperanza en algún  momento pero no lo hice, no podía permitírmelo. Dos días de llamadas después me contestó otra voz, "Deja de llamar, ahora está conmigo, olvídala". En ese momento entendí la relatividad de las palabras, no es por ti es por mí, claramente debiste decir es por otro, pero se ve que era demasiado obvio, al igual que no era el momento, debió ser que era el momento para otro. Mientras yo construía mi mundo a tu imagen y semejanza, tú lo construías a imagen y semejanza de otro, que relativo es todo y que ciego estuve para no verlo. 

Ahora ya no me quedan lágrimas por llorar, quizá es que ya no las noto, igual que ya no noto el corazón, me dejaste un corazón sangrante y ahora tengo un corazón vacío. La ventaja es que ahora solo tengo la opción de llenarlo, ironías de la vida, también te doy las gracias por eso. Tenía razón Einstein diciendo que "Todos somos muy ignorantes, lo que ocurre es que no todos ignoramos las mismas cosas", yo ignoraba que eras una mentira, tú ignorabas que yo te quería, aunque quizá todo fuese relativo, ya que yo creía en tus mentiras y tú solías decir que me querías. 






















Todo esto y más, gracias al CuentaCuentos


Dedicada, para poder recordar 

8 comentarios:

  1. Dolorosa, pero bien escrita la historia.

    Me alegra haberte leído. Hasta la semana que viene, cuentacuentos^^

    ResponderEliminar
  2. Triste y desgarradora. Llena de desengaño y con una pizca de desesperación. Echo de menos una mirada al futuro que alumbre algo de positividad al relato... pero claro, lo que te ha salido es una historia de desamor que vale mucho la pena leer. Me he quedado enganchado desde el primer párrafo con el corazón un poco encogido.

    Un abrazo!

    ResponderEliminar
  3. De verdad que según os voy leyendo sigo sin entender como os salen estas historias con esta frase (conste que no desisto). A pesar de ser triste como ya te han dicho me gusta la forma de narrarla, de ir metiéndote poco a poco en esos personajes y lo que sucede.

    1 besote guapa

    ResponderEliminar
  4. Me encanta la narración, una espiral que revoluciona la rutina, como una explosión que libera de la trampa en que había caído y ese último sueño juntos es un momento de un silencio tremendo.
    Lo relativo queda efímero y la teoría del amor se queda en eso, en teoría.

    Gran relato, un abbraccio!

    ResponderEliminar
  5. La forma en que unes ideas y sentimientos, ¡wow! La frase de Einstein y la que me hizo revivir el pasado "al igual que no era el momento, debió ser que era el momento para otro". Gran relato. Espero el de la próxima semana.

    ResponderEliminar
  6. Gran relato, me ha gustado mucho y, sobre todo, ese broche final con el juego de palabras, muy bueno.

    Feliz año, nos seguimos leyendo!!

    ResponderEliminar
  7. Desgarradora, real, muy real. Me encanta ese final, ese juego de palabras, de ideas, de sensaciones que acaban con un broche el relato de un abandono, de un final; de la realización de uno de los mayores temores cuando el ser humano se embarca en una relación.Muy buen relato.

    Un abrazo. Nos leemos cuentacuentos.

    ResponderEliminar
  8. Muchas veces vengo yo de paseo pensando que me voy a encontrar con la historia tipo la alegría de la huerta y de repente, patapam... Me ha gustado mucho, entre otras cosas porque va bien ver la realidad desde otro prisma, felicidades. Triste, pero gran historia.

    ResponderEliminar