Tachó y arrugó el papel una vez más. Se secó las lágrimas que corrían por sus mejillas. Nunca escribiría esa carta. Lo sabía desde que tomó la decisión de irse, pero se mentía una y otra vez, como hacen los locos, como hacen los ciegos. Loco por ella, ciego de amor, la peor combinación. Cobarde, quizá lo fuera. Querer solucionar los problemas evitándolos es como romper un reloj para que así el tiempo se pare. Y allí estaba, como un reloj roto, viendo el tiempo pasar e imaginándola en la distancia. Todo fue como un sueño, donde ella era la princesa del castillo esperando a ser rescatada por un apuesto príncipe a lomos de un corcel blanco. Solo tenía que matar al dragón y rescatarla para vivir felices para siempre. Entonces apareció una bruja, una muy malvada. Tan malvada que utilizando un hechizo confundió al príncipe para que acabara matando a la princesa y liberando al dragón de su esclavitud. Cuando se dio cuenta de lo que en verdad había hecho ya era tarde. Su princesa estaba tan guapa, que incluso metida en esa caja de madera no pudo más que amarla. Sobre la mesa un certificado médico: "Locura transitoria". Quizá la peor locura sea seguir vivo.
Todo esto y más, gracias al CuentaCuentos
Alguien que enloquece por amor y que cae en sus fauces, confundiendo princesa con dragón...
ResponderEliminarSupongo que este relato tiene varias lecturas y todas ellas van a depender del estado de ánimo de lector.
Abrazos.
Definitivamente, el amor es de las peores enfermedades que contrae el ser humano.
ResponderEliminarEstamos locos desde que nacemos, pues seguimos buscándolo a pesar de las hostias que nos damos.
Un beso guapa. Muy bien escrito.
Siento el retraso, Ultimamente no sé que me cuesta más si escribir o pasar a leeros. Soy un desastre.
ResponderEliminarPero leo esto y por un lado me quedo con buen sabor de boca, por como está escrito, pero por otro me descoloca y me voy rara...
(Hay días que no tendrían que permitir leer)
Un besazo. Hoy tacho todo.
Ains, que le dio el venazo. Intenso, dramático y real.
ResponderEliminarUn saludo cuentacuentos